por Lic. Iliana P. Márquez – Lic. en Fisioterapia y Kinesiología – M.P. N°3821
En cualquier actividad o disciplina física que hagamos, es muy frecuente que nos indiquen la manera en la que tenemos que respirar para poder optimizar el funcionamiento de nuestro cuerpo. No obstante, esta práctica debería ser automática, de tal manera que cada persona pudiera adaptar la frecuencia respiratoria a diferentes movimientos.
Sin embargo, el ritmo de la vida actual, el estrés y el mismo sedentarismo, nos han llevado a no tener conciencia de este acto tan simple e importante.
¿Cómo interferir voluntariamente en la respiración?
Para esto contamos con un músculo sumamente importante y prácticamente olvidado: el diafragma.
Si pensamos en respiración lo primero que se nos viene a la mente son los pulmones, cuando el principal responsable de llevar a cabo esta función es el diafragma. Este músculo es un importante estabilizador.
Su ubicación estratégica y sus inserciones hacen que tenga una gran influencia sobre la disposición de las vértebras lumbares y la posición más o menos erecta del tronco y las cervicales, que se modificarán para adaptarse a las necesidades respiratorias de este músculo.
Este conocimiento nos lleva a comprender que una respiración correcta mejora también nuestra postura, otorgando una fluidez y economía en nuestros movimientos.
¿Qué significa realizar una correcta respiración?
Se considera una respiración correcta a aquella que se adapta a nuestra demanda. Cabe destacar que la respiración diafragmática es un ejercicio muy útil para aprovechar los beneficios que trae este mecanismo a nuestro cuerpo.
Desde la fisioterapia se puede enseñar la técnica correcta para realizar la respiración diafragmática como un método que acompaña los tratamientos indicados.
Básicamente consiste en inhalar profundo, «inflando» el vientre. De este modo, el diafragma desciende, dando más espacio a los pulmones, lo que permite que el oxígeno llegue hasta las bases de los mismos.
Los beneficios de esta respiración son múltiples, tanto a nivel físico, como mental y emocional, ya que la respiración se considera el puente entre el cuerpo y la mente o el alma.
Tomemos conciencia de nuestra respiración, en un momento del día, puede ser en momentos de espera o mientras estamos viajando. Hacer este ejercicio nos dará conciencia de la manera en que estamos realizando el mecanismo. Para ello, observen su respiración, y en caso de que sólo se eleve el pecho, intente hacerlo desde el diafragma: inhalen profundo, inflando el vientre, realicen un mínimo de 3 respiraciones y noten la diferencia.

Sólo es cuestión de animarse y darse un verdadero respiro.