Los espectadores de una vida

Columnas de opinión

Columna de opinión por: Manuel Sánchez Adam


Una mujer de 21 años falleció el pasado viernes, 21 de febrero, al arrojarse al vacío desde la terraza del Shopping Patio Olmos y el país quedó impactado con la noticia. Cabe aclarar que cuando sucede un hecho de esta magnitud no caben explicaciones y rápidamente desde todos los sectores de la comunidad se intenta brindar argumentos con profesionales de diversas disciplinas. Es menester comprender que las causas que llevarían a un sujeto a suicidarse dependen de múltiples factores, teniendo en cuenta cada caso en particular.

  No obstante y consternados a raíz de este suceso, nos atañe en paralelo otra cuestión que dialoga con la subjetividad de la época y tenemos la obligación de interrogar. Mientras una persona decidía sobre su vida, del otro lado, abajo en la calle, algunos optaban por filmar lo sucedido.

¿Acaso estaremos asistiendo a una espectacularización de la vida hasta en aquellos aspectos más límites de nuestra especie? ¿Cuál llegaría a ser el grado de teatralización al cual hemos arribado en los últimos años?

 No obstante y consternados a raíz de este suceso, nos atañe en paralelo otra cuestión que dialoga con la subjetividad de la época y tenemos la obligación de interrogar. Mientras una persona decidía sobre su vida, del otro lado, abajo en la calle, algunos optaban por filmar lo sucedido.

     El borramiento entre escenas públicas y privadas, la necesidad de mediatizarlo todo, el sólo hecho de mostrar por mero regodeo o placer y el inescrupuloso encarnizamiento, no respetando ni siquiera cuestiones elementales, ¿no es acaso el límite de deshumanización en nombre del progreso y el tecnicismo?

Ernesto Sábato sostenía que, por más progreso científico y tecnológico que transite el mundo, los problemas de la condición humana girarán siempre en torno a las mismas temáticas. El novelista argentino indicaba en sus ensayos que los enigmas sobre la existencia o la inexistencia de dios, la soledad, la muerte, entre tantos otros, formarán parte del repertorio de ejes que tendrán vigencia a lo largo del tiempo, porque responden a los problemas del ´corazón´.

En torno a aquel pensamiento de Sábato: ¿cómo es posible que algunos sujetos hayan podido filmar un hecho tan extremo? ¿De qué manera se explica que un instrumento tecnológico le pueda ganar la pulseada a un sentimiento común de desolación, desesperanza y desamparo? ¿Qué mira una pantalla que no puede observar una persona sin un filtro y por sí sola? ¿Por qué debemos registrar y viralizar?

La circulación de videos y filmaciones estuvieron a la orden del día en diversas plataformas, como también variadas conversaciones por grupos de WhatsApp que alertaban las últimas novedades en forma instantánea.

Por otra parte, no caben dudas que muchas fueron las personas que se aglomeraron intentando ayudar de alguna u otra forma para que no se produjera el final trágico que finalmente no pudo impedirse. Además había móviles del personal policial, el tránsito detenido e incluso aquellos que vivían cerca del Shopping observaban con total sorpresa y desasosiego.

En este marco, es nuestra responsabilidad hallar planteamientos serios que lleven a un debate multidisciplinario sobre Salud Mental en su conjunto.

Se necesita que profesionales de diversas áreas continúen dialogando y articulando los saberes desde la teoría y la práctica para diversas problemáticas que circulan en estos tiempos. Una de tantas se vincula a la circulación del contenido que La Ley Nacional de Salud Mental 26.657, sancionada en el año 2010, tiene para ofrecer al decir de la población, modificando saberes comunes y proponiendo un cambio de paradigma. Es momento de desmantelar lo aprendido hasta ahora y converger en lógicas que den sentido.

 Esta tarea se anuda con todos los actores involucrados y representa la verdadera batalla cultural en una época de individualismo feroz y la autoexplotación de un sujeto atravesado por un neoliberalismo reformado.

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